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Cada día que pasamos crece la preocupación de la sociedad por su alimentación. Sin embargo esta preocupación no sólo crece desde el punto de vista de lo que comemos sino también por la procedencia de esos alimentos, buscando la compensación perfecta entre una alimentación equilibrada que, a su vez, proteja los recursos naturales.

Es por eso que desde Slow Philosophy queremos explicar bien qué entendemos por este nuevo concepto que cada día más preocupa a más personas…

¿Qué es la alimentación sostenible?

Los alimentos sostenibles son aquellos alimentos que se cultivan y «procesan» bajo unas condiciones medioambientales respetuosas que no utilizan productos fitosanitarios de origen químico, no conllevan un gran desplazamiento para llegar a ti y en los que su fabricación o transformación se ha realizado respetando la máxima de la economía de recursos energéticos, así como una falta absoluta de aditivos perjudiciales para la salud.

Una vez tenemos estos principios claros, queremos comentar algunos puntos que pueden facilitar la adopción de este tipo de alimentación en nuestras vidas.

Elige local: La globalización de los alimentos nos ha permitido conocer nuevos productos que aumentan nuestra diversidad alimenticia. Sin embargo, este tipo de consumo conlleva un gran gasto energético que, a parte de verse reflejado en el precio, perjudica la salud de nuestro planeta. Es por este motivo que los alimentos locales nos garantizan una menor huella de carbono y una conservación mejor de los nutrientes.

De temporada, siempre mejor: Los alimentos de temporada ofrecen su máxima frescura y sabor. Recuerda la estacionalidad de los productos cuando realices la planificación de tu menú semanal (o la lista de la compra) y, de este modo, estarás ayudándote a mejorar tu salud física y tus papilas gustativas te lo agradecerán. Además, la estacionalidad de los alimentos influye directamente en productos como el pescado, alimento que, fuera de temporada, puede transgredir normativas de crecimiento de determinadas especies y provocar estragos en su ciclo vital.

Aprovecha al máximo los alimentos: La piel de los alimentos, bien lavada por supuesto, nos aporta una gran cantidad extra de fibra y vitaminas. Otros trucos pueden ser aprovechar las espinas de los pescados pequeños, ya que son una gran fuente de calcio, o el reaprovechamiento del caldo que queda una vez hemos hervido las verduras. Por supuesto, aprovechar las sobras de elaboraciones para elaborar nuevos platos nos proporciona un extra si lo que queremos es luchar por una alimentación sostenible.

No nos engañemos, esto de la alimentación sostenible no es un invento nuevo, si preguntamos a nuestras abuelas cómo cocinaban en el pueblo, veremos que se cumplirán gran parte de los principios que en este artículo se exponen. Así que, si mejorar tu salud y la de tu planeta no te parecen suficientes motivos para adoptar este tipo de alimentación, piensa que estarás volviendo a los inicios y te sentirás más cerca de tu historia. 🙂